21 de marzo de 2011

No hay Justicia si no se lucha por mantener la Memoria


El 24 de marzo (Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia) se conmemora el inicio de la última dictadura militar, la más sanguinaria de todas.
Se rememora el terrorismo de Estado, que implicó el asesinato de miles de personas. Se recuerda la violación sistemática de los derechos humanos que dejó heridas imborrables en la sociedad. Se resucitan a aquellos, que luchando por un ideal, pasaron a ser “desaparecidos”. Se recuerdan cosas a las cuales ya no se quieren volver: represión, persecución, muertes, torturas y apropiación de niños y niñas. Se revive parte de la historia que muchos pretenden borrar, pero se rescata historia que no se debe olvidar.

El Proceso de Reorganización Nacional, nombre con el que se presenta el golpe militar, pretendió poner un corte definitivo a la dinámica política y social de la época.


Su intención era disciplinar a la sociedad argentina en un nuevo proyecto de país “ordenado”, es decir: sin huelgas ni movilizaciones populares. Y con una clase obrera más obediente y un Estado con menos intervención en las relaciones económicas y sociales.

La estrategia política de la Junta Militar tuvo un eje central: la eliminación sistemática de toda actividad política, social y cultural que considerase “subversiva”: las organizaciones armadas revolucionarias y a la militancia de izquierda, obreros, sindicalistas, artistas, estudiantes e intelectuales que se muestran en desacuerdo con las políticas del nuevo régimen.


En poco tiempo el miedo, el silencio y la sospecha se instalaron como el mecanismo más efectivo de control social.
Aproximadamente 30.000 hombres y mujeres, militantes del campo popular, fueron secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos por el aparato represivo.

Las leyes de obediencia debida y punto final promulgadas por Alfonsín, los indultos de Menem y el encubrimiento y defensa de los genocidas por parte de sectores políticos de la derecha y sectores económicos que se vieron beneficiados por el régimen, quisieron garantizar la impunidad. Esto no se pudo lograr gracias a la lucha de organizaciones sociales, de derechos humanos y del pueblo mismo que abrieron las puertas para que en diversos lugares de nuestro país se inicien los juicios contra los genocidas (muchos de ellos ya han sido condenados, pero muchos más siguen en libertad).

No debemos permitir nunca más que se cometan atrocidades semejantes, el pueblo debe levantarse ante la perspectiva de una restauración de la derecha y luchar contra los embates de organismos internacionales tales como la OEA, la OTAN y el FMI que avalaron y avalan estos procesos de desestabilización y muerte, y que siguen provocándolos en todo el mundo, como punta de lanza del sistema capitalista.
No solamente se trató de disciplinar al país con el terror. Una de las mayores armas de la dictadura fue su ferozmente liberal política económica.
La política económica de Martinez de Hoz, marca el comienzo de un proceso de destrucción del aparato productivo del país, creando las condiciones para una economía de especulación que devastó a la Argentina.
Plan Cóndor: segunda parte
Para 1976 la Argentina, como Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, se encuentran bajo el gobierno de dictaduras militares, que colaboran con la herramienta del “Plan Cóndor” para perseguir objetivos “subversivos” y aunar datos de inteligencia. Es claro que las reformas liberales de derecha y sus brazos represivos formaban parte de un plan sistemático a nivel continental. Hoy, la América Latina unida, la que derrotó al ALCA, la que formó UNASUR y restableció sus lazos de hermandad, vuelve a estar amenazada.

Iniciativas imperialistas como la restauración de la Cuarta Flota que ejerce una vigilancia opresora sobre nuestras democracias y el rol de subsidiarias de EEUU que desempeñan los gobiernos de Colombia, Perú y en alguna medida Chile, apuntan a subyugar al continente a los designios de los grandes poderes fácticos. Hablan claramente de eso el golpe en Honduras y los intentos de interrumpir las democracias ecuatoriana y venezolana , los conflictos en Bolivia y Paraguay, junto al “ánimo destituyente” que vivimos hasta hace poco en nuestro país. Hoy, las herramientas de los golpistas no se encuentran en los cuarteles, sino en grupos antidemocráticos trasvestidos de “disidentes”, y con un rol cada vez más activo de la mafia financiera internacional, encubiertos por organismos de cooperación como la OEA y la ONU.

Es crucial fortalecer los lazos de hermandad que unen a nuestros países y revalorizar las herramientas de cooperación regional para que en Nuestra América sigamos la senda de Bolívar rumbo a una segunda y definitiva Independencia.

Nunca más:
“Nunca Más” no debe ser sólo una frase remanida y fácil de utilizar una vez al año.
El verdadero “Nunca Más” se configura como una lucha constante orientada a la justicia. Es el nombre de una lucha que todos los argentinos tenemos que llevar a cabo en donde estemos y accionemos, incluido vos.

Por eso nos comprometemos como agrupación con la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, y por eso dos compañeros de OKTUBRE se desempeñaron como abogados querellantes durante los juicios a los genocidas en nuestra ciudad. Creemos que cada argentino es responsable desde donde actúa y por lo que sabe hacer, de enfrentar al olvido y sostener la Memoria.

El “Nunca Más” no está alejado de nuestro tiempo, nos acercamos a él con cada lucha, para no permitir que los representantes del Proceso asesino consigan salirse con la suya.

Hoy, estos agentes de la dictadura no visten uniforme, sino que se disfrazan de traje para mantener la apariencia de democráticos. Tal es el caso de Macri, Duhalde, la Mesa de Enlace, la Conferencia Episcopal, los empresarios y medios monopólicos y hasta se refugian en los dispositivos de un gobierno democrático, como en el caso de Scioli.

Hoy, esos colaboracionistas siguen bregando por una sociedad menos inclusiva. La Iglesia Católica, por ejemplo, enforzando su dogmatismo religioso pretende volver al espacio de poder que solían ostentar durante la dictadura, oponiéndose a medidas progresistas y de cambio junto a sus aliados civiles y políticos, como lo hicieron con la AUH, la Ley de Medios, la estatización de las AFJP y el matrimonio igualitario; que fueron victorias del campo popular.

Como hicimos en Santa Fe con Brusa, Ramos, Facino y compañía: no nos detendremos hasta que el último responsable de aquella dictadura deje de caminar en las calles de Argentina.
No nos conformamos con que algunos militares sean condenados, queremos que los responsables civiles den la cara y sean castigados, por inducir, facilitar, colaborar, beneficiarse y perpetuar las políticas instauradas por la dictadura, que arruinaron una Nación y truncaron miles de vidas dedicadas a la consecución de un nuevo sistema social: una patria libre y soberana, con bienestar para su pueblo.
No nos olvidamos. No perdonamos. No nos reconciliamos. Por los 30.000 compañeros desaparecidos y una Argentina inclusiva y libre. OKTUBRE Movimiento Universitario de Izquierda